No sabéis que ganas tenía de abrazar esta pluma tecnológica y deslizarme por el suave y blanco papel de este blog, que he tenido abandonado (que no olvidado) por ocuparme otras cosas, de las que os debo un montón de historias (La Carpa, Navidades en Kensington, Operación Roca, Betelu, Una cabra en el trastero, Dandy y yo…..) y, sobre todo, por volver a abrazarme a mi intimidad, y a mi corazón, que así es como me siento cuando me pongo a escribir sin rumbo fijo, y aparezco por este blog, para contaros mis cosas, y deciros libremente lo que se me ocurre.
Y resulta que hoy es sábado, por la tarde, y estoy sentado con una cálida luz a mi izquierda, el jardín a la derecha, llueve, está la tarde gris, delante tengo una taza de café que, por el humo que sale, debe estar bien caliente, y que huele a Colombia; y por detrás está sonando Stacey Kent. Y … Saber más